Si la nostalgia y sus implicaciones estéticas están más presentes que nunca en nuestro escenario contemporáneo, la mejor obra para observar este fenómeno es la serie televisiva de los años noventa, Twin Peaks, de David Lynch y Mark Frost. En este episodio,
, y nuestra excelente invitada , tendrán una charla casual sobre la manera en que la estética noventera de este pueblo al noroeste de los Estados Unidos —“a 5 millas de la frontera sur con Canadá”, como reitera el Agente Dale Cooper de la serie—se presenta a través de la imagen cautivadora por medio de sus tonos, patrones y colores, que atraen hasta al día de hoy al televidente neófito de la serie.Estas imágenes le permiten al televidente no solo sentirse ante la ofrenda de sus formas—las donuts, el pie, los atuendos coloridos y otoñales—sino que a su vez son golpes de shock al inconsciente. De tal manera a través de lo visual, se conjuga un lenguaje para develar lo más arraigado en cada uno: desde la belleza sublime (Laura Palmer que asciende como un ángel) hasta el mal siniestro (BOB en el Black Lodge). Como se observará en la charla, Lynch es de los pocos directores y artistas que logra ejemplificar la delgada línea entre el bien y el mal, construyendo personajes y escenarios en los cuales la dualidad de estos dos conceptos está claramente demarcada.
Lo anterior se sostiene a partir de la idea de que la época en que la serie tiene lugar es un antes y un después para todos nosotros. Como explica
, los productos culturales de entonces eran superiores y de mayor calidad a los del presente. Esto se debe en parte al quiebre del momento: el fin o la apertura total de las economías, las fronteras geográficas y, la perdida de referentes y culturas locales: quizás lo que implica el manoseado término neoliberalismo. Se debe esto a la escancia volátil de nuestras Verdades Digitales.Asimismo, observamos cómo la imagen puede tornarse demoniaca, ya sea a través de juegos de espejos o los típicos doppelgänger lyncheanos; y con ella la oscuridad y la luz. Esto se presenta por medio de lo que
denomina de manera sarcástica “la caja idiotizante”. La cual, como astutamente nos recuerda , resulta ser la manera más apropiada y democrática de propagar el mensaje de la época. Para ponerlo en términos de Marshall McLuhan, como se ha propuesto en este portal anteriormente: la televisión era el medio de la época—el medio que a su vez es el mensaje. Con ello, nos encontramos ante una de las obras más canónicas del siglo XX, extendiéndose hasta el siglo XXI con su tercera temporada lanzada en el periodo prepandémico.¿Y no es lo que hacemos con
una nueva forma de narrar? —Una narrativa fragmentada en la que la imagen pondera, como hace tiempos el escritor Don DeLillo se percató. Si ya no es posible realizar la gran novela cervantina o siquiera el gran espectáculo de cultura compartida de la televisión como Twin Peaks—pues la mímesis Girardiana está ahora propagada a escala global—retornamos entonces a la villa global y de este modo es nuestra obra consecuente con lo que algunos han catalogado como la mente enjambre (The hive mind) de la red: la del shock de las imágenes (sublimes y demoniacas), la de los hipervínculos y las insta-historias, la del meme y el post viral que será reciclado en otra publicación mayor e intertextual.Para hacer de esta experiencia una más amena, no queda más que la ofrenda de las donuts, el café y el pie de Lynch. Como Lynch desde los incendios de California, nos despedimos de manera incandescente y nostálgica, quizás como la canción de Lana del Rey, a quien Lynch admiraba: “L.A. is in flames, it's getting hot / Kanye West is blond and gone / "Life on Mars" ain't just a song /Oh, the live stream's almost on”. Asi podemos decir que hemos cumplido nuestro cometido, que hemos, como sugiere Lynch, partido de las buenas ideas, pues en sus palabras, no importa el dinero mientras se tengan buenas ideas. Así lanzamos este mini-episodio podcast, con las fisuras de la realidad, con los ruidos de la calle y el entorno, como lo es la vida real. Todo esto para navegar entre el bosque de imágenes—las de la América weird—la de Twin Peaks y las que pretende develar Baudelaire en su poema correspondencias:
La Natura es un templo donde vivos pilares
Dejan, a veces, brotar confusas palabras;
El hombre pasa a través de bosques de símbolos
que lo observan con miradas familiares.La Nature est un temple où de vivants piliers
Laissent parfois sortir de confuses paroles;
L'homme y passe à travers des forêts de symboles
Qui l'observent avec des regards familiers.
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